Por recomendación de la OMS, se dejarán de producir y vender en el país termómetros con mercurio
Lo confirmó la secretaría de Medio Ambiente nacional. La iniciativa es parte de un programa lanzado hace una década por la Organización Mundial de la Salud para limitar la exposición a este metal.
Desde el 2005, cuando se emitió el primer documento al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene trabajando para reducir la exposición de las personas y el medio ambiente al mercurio, uno de los metales más contaminantes del planeta. Su presencia en elementos de salud pública, en especial termómetros, es una de las preocupaciones de la entidad, que desde ese año comenzó a emitir recomendaciones para reducir la cantidad de productos riesgosos en los países. En la Argentina, distintas entidades vienen trabajando para adaptarse a las normativas internacionales, y así reemplazar los aparatos con mercurio por otros seguros. Este camino se profundizará aún más este año, ya que la secretaría de Medio Ambiente nacional acaba de prohibir la venta y producción de termómetros con mercurio, primer paso para la eliminación del material en centros de salud. La medida incluye además a pilas, lámparas y tubos fluorescentes, y entró en vigente este lunes. Los aparatos prohibidos deberán ser paulatinamente reemplazados por otros más seguros y sin riesgo de contaminación.
Mediante la resolución 75/2019 (ver archivo adjunto), la secretaría de Medio Ambiente prohibió “la fabricación, importación y exportación de una seria de productos que contienen mercurio, entre ellos, termómetros, lámparas, tubos fluorescentes y pilas”. La a medida se da en el marco del Convenio de Minamata, firmado por el 16 de agosto de 2017 por Argentina y una decena de países. En 2009, el Ministerio de Salud ya había adoptado una recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la minimización de la exposición y reemplazo de termómetros y tensiómetros con mercurio en el sector salud.
Tanto esta resolución, como la 71/2019 publicada hace unas semanas, tienen una importancia fundamental en el cumplimiento del compromiso de nuestro país con este tratado, porque implica una regulación específica en relación a los productos con mercurio‘, explicó Ana Corallo, coordinadora del Proyecto para la Implementación del Convenio de Minamata en Argentina. El mercurio es un metal que se caracteriza por ser líquido e inodoro a temperatura ambiente; y una vez que ingresa al ambiente como contaminante es sumamente nocivo. En la salud humana produce alteraciones permanentes en el sistema nervioso, y en particular al sistema nervioso en desarrollo. ‘Si bien existe normativa previa sobre varios de estos productos, por ejemplo, en la regulación de las pilas o algunas resoluciones del entonces Ministerio de Salud sobre productos médicos, lo que se publicó hoy en el Boletín amplía esos artículos y establece con claridad su prohibición en la producción e importación‘, describió Agustín Harte, asesor técnico de la Dirección de Sustancias y Producto Químicos de la Secretaría.
Termómetros, manómetros, barómetros e higrómetros no electrónicos, a excepción de los aparatos de medición en equipos de gran escala o los utilizados para mediciones de alta precisión, cuando no haya disponible ninguna alternativa adecuada sin mercurio. Lámparas fluorescentes compactas de 30 vatios o menos y con más de cinco miligramos de mercurio por quemador. Lámparas fluorescentes lineales de menos de 60 vatios con un contenido de mercurio superior a 5 mg por lámpara. Baterías, salvo pilas de botón con un contenido de mercurio menor a dos por ciento. Interruptores y relés, según determinadas características y con algunas excepciones. El anexo de la resolución con el detalle de los productos prohibidos se puede descargar de este enlace.
Según la organización Salud sin Daño, que viene trabajando en la eliminación del material en el sistema de salud argentino, el mercurio toma contacto con los pacientes y los trabajadores de los hospitales luego de que algunos de los instrumentos se rompen, y quedan en el ambiente laboral. Por muchos años, no existió un protocolo para su recolección o eliminación, por lo que desde hace años existen “nichos” de contaminación. “Cuando uno recorre un hospital que todavía utiliza termómetros con mercurio, puede encontrarse en cualquier lugar con focos de contaminación. En las incubadoras, por ejemplo, se pueden ver bolitas del material, debajo de los colchones, que con el calor de aparato se vuelven gas, por lo que el bebé está mucho más expuesto”, graficó la ONG.
Los efectos nocivos del mercurio sobre la salud varían de acuerdo al tiempo de exposición, y los niños son más propensos a tener problemas a largo plazo, en especial cuando se trata de los vapores del metal. Es que el vapor de mercurio se absorbe rápidamente en los pulmones, pero su concentración sanguínea disminuye también rápido. Como explica Salud sin Daño, los efectos que se sufren en hospitales son por exposición crónica, es decir, a bajas dosis por un tiempo constante. En su paper “Impacto del mercurio sobre la salud humana y el ambiente”, Marisa Gaiolia, especialista del hospital de pediatría Juan P. Garrahan, analiza los problemas a largo plazo que trae la inhalación de este metal en forma crónica.
El Convenio de Minamata debe su nombre a la localidad japonesa de Minamata, donde en los años 50 se produjo el envenenamiento de la población debido a la ingesta de pescados y mariscos contaminados con mercurio, provocado por los vertidos de la empresa petroquímica Chisso, que provocó la muerte de cientos de personas y a otras tantas les provocó daño neurológico.
Fuente: Mirada Profesional