La ANMAT autorizó el uso en el país de un test rápido para detectar casos de hepatitis C
Se estima que en la Argentina más de 330 mil personas viven con hepatitis C, enfermedad infecciosa que por la falta de síntomas suele avanzar en silencio, hasta que el cuadro es más severo. Uno de los temas más preocupantes es la baja cantidad de personas que saben que están infectadas, ya que sólo un tercio de los enfermos tiene un diagnóstico efectivo. Por eso, se buscan en el país y el mundo alternativas para aumentar la detección precoz del virus. En este camino, en los últimos días agencia reguladora nacional incorporó un test rápido para que las personas se hagan en análisis en sus casas. Se trata del test bautizado Bioline HCV, producido por el laboratorio Abbott, que permite saber si una persona tiene hepatitis C de forma sencilla. Según explicó Oscar Guerra, uno de los directores médicos de la farmacéutica que lo prodice, la nueva prueba requiere de una punción de sangre en el dedo, sin la necesidad de un equipo especial, lo que permite a los médicos evaluar con rapidez en el consultorio y obtener el resultado en la misma visita, sin tener que esperar a que el paciente efectivamente se haga un estudio y regrese. La hepatitis C se transmite comúnmente a través del contacto con sangre infectada, incluida la exposición a inyecciones o prácticas de atención médica inseguras, transfusiones de sangre no analizadas, uso de drogas inyectables, relaciones sexuales y transmisión durante el embarazo.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la hepatitis C causó casi 125 mil muertes por cirrosis y cáncer de hígado en 2019. De los argentinos que se estima viven con hepatitis C, se cree que solo el 35 por ciento está diagnosticado. En tal sentido, la detección temprana del virus de la hepatitis C puede ayudar a evitar riesgos graves para la salud. “La prueba de hepatitis C es fundamental porque el tratamiento antiviral es muy eficaz cuando se diagnostica a tiempo. La prueba Bioline HCV de Abbott requiere una simple punción de sangre en el dedo, sin equipo especial, lo que permite a los profesionales de la salud evaluar rápidamente a los pacientes en un consultorio médico y obtener resultados en la misma visita. Con acceso a resultados rápidos, los profesionales de la salud pueden diagnosticar y derivar con más agilidad a los pacientes para pruebas de confirmación y planes de tratamiento”, dijo Guerra a diversos medios luego de la autorización de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). En concreto, esta prueba permite la detección rápida de anticuerpos contra el virus de la hepatitis C y obtener un resultado en menos de 20 minutos. Según los expertos así como con el Covid-19 los autotests hogareños son clave en esta nueva etapa de la pandemia para prevenir potenciales contagios, las pruebas de detección de la hepatitis C lo son para acceder al tratamiento.
A partir de lograr el diagnóstico, se puede comenzar con el tratamiento, que en estos tiempos tiene altas tasas de curación gracias a los medicamentos de nueva generación, muy efectivos contra el virus. En este sentido, Marcelo Silva, jefe de Hepatología Clínica y del Servicio de Trasplante de Hígado del Hospital Austral, explicó que “si no levantamos la magnitud de un problema que tiene solución, si uno va a esperar que la enfermedad llame, va a llamar tarde, con una cirrosis avanzada. Hay que definir estrategias para buscar a los infectados y curarlos”. Silva destacó la importancia de que la hepatitis C “es la única enfermedad viral que tiene cura con un tratamiento. Desaprovechar esa oportunidad es una picardía”. “Es una enfermedad errática. Puede tardar entre 15 y 20 años en producir cirrosis. Pero no en todos los portadores. Hay gente que convive con el virus toda su vida y no la desarrollan. Porque lo adquirieron tarde o porque en ese paciente la enfermedad es más lenta. O porque en vez de pegarle al hígado decidió pegarle al riñón, al miocardio o algún otro lugar. Es una enfermedad primordialmente hepática, pero también sistémica. Lo que está confirmado es que todos tienen menor sobrevida en general, ya sea por muerte hepática o no hepática”, agregó Silva. Una vez confirmado el diagnóstico, comienza el tratamiento. “Ha habido avances espectaculares en ese sentido”, asegura Silva y se enoja: “No podemos avanzar en el diagnóstico, que es la parte que debería ser más fácil. Luego se trata la infección durante dos o tres meses tomando pastillas todos los días, con medicación no tóxica y una tasa de cura superior al 98 por ciento. El tratamiento está en Argentina y lo provee la seguridad social y el Ministerio de Salud para los pacientes sin cobertura. Pero lo que tenemos es inoperancia y baja efectividad para ir a buscar los enfermos”.
Fuente: Mirada Profesional