Investigadores del CONICET prueban el derivado de un antibiótico para tratar el mal de Párkinson
La Enfermedad de Parkinson fue descripta y caracterizada hace más de 200 años, y pese a muchos de los avances que se lograron en materia de tratamiento no hay un medicamento específico que detenga el deterioro neuronal que genera. En la Argentina hay 70 mil personas aproximadamente diagnosticada con la patología, de los cuales el mayor porcentaje son adultos mayores. Además, el 1 por ciento de los mayores de 65 años y el 2 por ciento de los mayores de 80 años padecen esta enfermedad, siendo más frecuente en los varones. En cuanto al tratamiento, en los últimos años hubo varios fracasos respecto a ensayos e investigaciones, lo que no detiene los proyectos y el entusiasmo de la ciencia. En el país, un grupo de investigadores del CONICET busca saber si un derivado de un antibiótico conocido en el mercado tiene efectos positivos contra el mal. Se trata de la tetraciclina demeclociclina (DMC), usado para varios tipos de infecciones, que se sabe tiene capacidades neuroprotectoras, lo que serviría para un uso potencial tanto para Parkinson como para Alzheimer. El ensayo se realiza con un medicamento derivado del DMC, desarrollado por el Instituto de Investigación en Medicina Molecular y Celular Aplicada (IMMCA) con base en Tucumán, en colaboración con el Instituto del Cerebro de París (Francia), cuya investigación fue publicada recientemente en la prestigiosa revista Cells. "De acuerdo a la literatura científica y a resultados de trabajos previos que realizamos con el grupo de investigación, sabíamos que hay algunas tetraciclinas (antibióticos que se usan para varias enfermedades) que tienen que son las dos enfermedades que estamos investigando", explicó Rodrigo Tomas-Grau, coautor del estudio.
Una vez que se obtuvo esa nueva molécula realizaron pruebas para ver si mantenía su capacidad neuroprotectora y descubrieron que no sólo continuaba esa propiedad, sino que era mejor aún que la demeclociclina original con capacidad antibiótica. Además de interferir en la función tóxica de la proteína alfa-sinucleína (aS), las y los investigadores comprobaron en el instituto parisino que la molécula de demeclociclina que había creado tenía efectos antiinflamatorios sobre la neuronas que habían sido afectadas por la toxicidad de la proteína. "En ese contexto había un trabajo con demeclociclina que demostraba que esta molécula impedía que la proteína alfa-sinucleína (aS) -presente en unas células cerebrales llamadas dopaminérgicas- comience a agregarse de forma tóxica, que es lo que puede desencadenar el Parkinson, o sea que interfería en ese proceso". Tomas-Grau explicó que "el problema es que las enfermedades como Parkinson y Alzheimer son enfermedades crónicas y progresivas, entonces no se puede medicar con antibióticos de por vida ya que conllevaría a otro problema que sería la resistencia a esos antibióticos". "Lo que nosotros hicimos junto al Instituto del Cerebro de París (Francia) fue sintetizar una nueva molécula a partir de la demeclociclina que no tiene capacidad antibiótica, es decir que le modificamos un par de cosas de su estructura química para quitarle esa capacidad", describió.
Por su parte, Florencia González Lizárraga, becaria posdoctoral del IMMCA y la otra coautora de este descubrimiento, señaló -por su parte- que el nuevo trabajo forma parte de un "ambicioso proyecto de investigación" financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica (ANPCyT), y que contó con un subsidio de la Asociación France Parkinson. Los investigadores destacaron que los resultados sugieren que esta molécula puede ser una candidata prometedora como fármaco para el desarrollo de estudios preclínicos de la enfermedad de Parkinson en modelos animales. Consultado sobre los siguientes pasos, Tomas-Grau señaló que "ésta es la primera fase, que es el desarrollo de la molécula y su prueba en tubos de ensayo y con células; con esta evidencia, el próximo paso sería comenzar a probar en modelos animales, esto es ratones transgénicos que poseen características de la enfermedad, lo que se llaman estudios pre-clínicos, para comprobar eficacia y seguridad". "Sólo después de haber sorteado exitosamente muchos de estos ensayos en organismos modelo de la enfermedad, podría ser candidata para ensayos en humanos. El camino es largo, pero dada la abundante evidencia del efecto neuroprotector de tetraciclinas, creemos que justifica seguir trabajando en esta dirección", indicó Tomas-Grau, quien también indicó que "más allá de este desarrollo seguimos en la búsqueda de nuevas moléculas; estamos haciendo el mismo camino con otras tres y estamos muy avanzados. Esta es una rueda de síntesis de nuevas moléculas que se van presentando al mundo para desarrollar estudios específicos y llegar a nuevos fármacos".
Fuente: Mirada Profesional